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Un comentario al libro de John Piper, Alégrense las naciones.

Una de las afirmaciones que más me causo impacto de John Piper es esta: Dios es más glorificado en nosotros, cuando estamos más satisfechos en él. Desde mi punto de vista, creo que Piper ha encontrado una de las verdades más aplicativas e importantes que podemos encontrar en la Escritura, el hecho de glorificar a Dios con la verdad de gozar de el eternamente, es una de las esperanzas que añoramos al pensar en la eternidad. En la primera parte de este escrito, Piper aborda el tema de la adoración vinculado con las misiones. En estos tiempos las misiones o se han perdido por completo, o las hemos encontrado como un tesoro escondido, el cual sabíamos que existía, pero no lo habíamos descubierto. Las misiones suelen ser ese tipo de viaje al cual vamos a llevar el evangelio a personas que no lo conocen, un viaje serio, pero al mismo tiempo divertido, con algo de buenas anécdotas, pero sin olvidar el hecho de llevar las buenas nuevas a los perdidos. Ser misionero es un puesto que cualquiera puede cumplir, solo con el buen entusiasmo y un buen amor por las misiones. Piper dice que el objetivo último de la Iglesia no es las misiones, sino la adoración. Ahora bien, en esta frase encontramos muchas verdades, que simplemente nos hacen involucrarnos más y más en su interpretación. Es notable que la Iglesia de Cristo está en un declive en las misiones, (generalmente hablando) y no digo esto porque no se evangelice, y ni aun porque no se tengan misiones en el mundo, sino lo digo en el concepto objetivo de las misiones. El evangelismo moderno ha atacado la pureza de la misión como Cristo lo dejo, el hecho de salvar a los perdidos se ha hecho el fundamento de las misiones, y se ha olvidado lo principal, que este acto de misión glorifique a Dios y solo el reciba la Gloria.
Al pensar en el pecador como blanco de las misiones, estamos errados, ya que no es el propósito principal, (aun por lo importante que es). Estoy de acuerdo con Piper en esta primera parte, porque las misiones es un tema complejo (si lo estudiamos correctamente) mas no difícil de comprender. Entonces si el objetivo último de la Iglesia es la adoración y no las misiones, ¿Cómo podemos explicar que el principio que se exalta en las Iglesias actuales es el contrario a esta verdad? Piper contesta esta pregunta en tres facetas distintas (Lo citare como él lo ha escrito) La supremacía de Dios en las misiones a través de la adoración, a través de la oración y a través del sufrimiento. Quiero hacer un comentario personal de este punto: Yo pensaba que las misiones tenían el propósito de predicar el evangelio a los perdidos y tratar de llevar la gran comisión a las personas. Ahora bien, yo entiendo que este deseo no es malo, pero objetivamente hablando, este pensamiento que tenía no es el correcto. Ahora, providencialmente Dios me llevo a entender el punto principal por el cual me debo de regir en las misiones. Piper fue pieza clave en esta luz. Personalmente este tema de las misiones, era un tema recurrente, en cada vez que tenía la oportunidad de recordarlo, o de comentarlo. Puedo reconocer esto en una conclusión, “…hacedlo todo para la Gloria de Dios” (1 Corintios 10:31).
La oración y el sufrimiento, a través de la fe en Cristo Jesús, lograran grandes cosas[1] Estas palabra fueron dichas por John Eliot, quien fue una traductor puritano, que sirvió a Dios en regiones indígenas. Piper, en la segunda parte del libro, aborda el tema de la supremacía de Dios en las misiones a través de la oración. Este punto es importantísimo, Martin Lloyd-Jones dijo: ¿Cuántos de nosotros nos hemos sacudido para aferrarnos a Dios? ¿Cuántos? Esta es una típica enseñanza bíblica, que fue también la enseñanza de nuestros padres. Esperaban en el Señor y clamaban y lloraban hasta que el rompía los cielos y descendía. Aferrémonos a Él, y roguemos que vuelva a hacer valer su propia verdad y las doctrinas que son tan preciadas para nuestro corazones, que la Iglesia sea avivada y multitudes puedan ser salvadas”.[2]
El tema de sufrimiento en las misiones es un tema controversial (desde mi perspectiva), pero al mismo tiempo valioso, porque se puede ser un mártir sin ser un misionero, ahora esto lo digo, por la gran lista de mártires que la Iglesia católica y otras religiones tienen, pero que a la luz de la Palabra sabemos que no son misioneros. Por un lado está el engaño, pero por el otro lado, el sufrimiento que forma parte vital en las misiones, así como la sangre del cuerpo. El sufrimiento es la prueba más grande de la identificación con Cristo. Parece verse que el falso “evangelio de la prosperidad” omite la verdad del sufrimiento como identificación con Cristo Jesús. Pero no es de extrañarse, ya que esta corriente omite muchas verdades, pero así como omiten tantas verdades, ellos serán omitidos de la vida eterna, y tendrán su abundancia de ira en el mismo Hades.
La última parte del libro se concentra en explicar a Cristo como el centro explícito de la fe salvadora y a Jonathan Edwards y su ejemplo en la supremacía de Dios en todas las cosas, sin fatalizar esta verdad y olvidarse de los perdidos. Esta parte se me hizo fascinante, ya que una vez más me recuerda las verdades de Cristo encontradas a través de toda la Escritura. Piper en sus libros cita mucho a Edwards y creo, que los hace con justa razón. La voz de Edwards sique siendo una de las voces que más se extraña en la Iglesia moderna. No tengo alguna crítica negativa hacia John Piper en los tema tocados en este libro, ya que es un terreno poco estudiado por mí, más si estoy de acuerdo con él y me uno a su causa, de hacer suprema esta verdad que respecta a las misiones.
A manera de conclusión, puedo notar que las misiones en su definición generacional, esta errada, pero en la definición de la Palabra de Dios está completa, Dios quiera usar la sabiduría de hombres como John Piper, y la valentía de muchos miles de personas misioneras para elevar su Gloria por encima de cualquier propósito ajeno a esta verdad, para que Dios se exalte en la salvación de los perdidos, porque la salvación es de Señor.
Dios quiera usarnos a nosotros, (los espectadores pasivos) a entrar en el mundo de las misiones y construir una teología correcta en este tema, que no se desvanezca,  sino que se herede por las generaciones venideras, y que todo lo que la iglesia de Cristo haga, refleje la Gloria que eternamente el Dios de todo lo existente ha tenido. A El, y solo a El sea la Gloria por los siglos de los siglos, Amen.




[1] Cita tomada del libro de John Piper, Alégrense las naciones, pág. 72. Dicho por John Eliot.
[2] Martyn Lloyd-Jones, Los puritanos, pág. 48-49.

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